sábado, 11 de septiembre de 2010

Tiempos diferentes

Ayer platicando con C. salió la idea de que hay tantas cosas que me gustaría hacer además de lo que hago, pero simplemente no tengo tiempo. Pero ¿realmente no lo tengo?
No lo se, me aterra la idea de que se me vaya la vida a base de deseos incumplidos, las estrellas nuevas que se ven por la ventana me invitan a seguirlas cada vez brillando más y más fuerte. Cada vez dejando más rastro para que las siga...

¿Y si las sigo? ¿Y si no puedo seguirles el paso?
Son los pequeños detalles los que realmente van construyendo los días: los momentos de risas con los amigos, los problemas que nos invitan a superarlos, los sonidos, las imágenes, los sabores, la dulzura de un beso y la ternura de un abrazo. Todo se conjuga en combinación no tan perfecta a veces, pero siempre perfectible, siempre presente: real.

¿Tiempo?
El tiempo no existe aquí, es más no lo puedo capturar y hacerlo mío, solo lo mido con bastante incertidumbre...
¿Tiempo?
Qué es el tiempo sino el intervalo entre que te levantas en la mañana y vuelves a la cama por la noche...
¿Tiempo?
Sin acciones, no es nada, en la espera; se va la vida.
¿Vida?
¿Qué es la vida sin tiempo para vivirla?
¿Tiempo?
Los intervalos entre nota y nota, entre compás y compás, silencio y silencio.
Y así se va llenando la partitura de mi vida, con bajos, altos, sostenidos, bemoles y silencios.

Y volteo a ver el reloj en la esquina superior derecha de mi monitor, y me doy cuenta de que la marca ha aumentado. Pero esta vez, si hice mío el tiempo, hoy lo plasmé en estas palabras...
Entonces vuelvo al tema inicial, y me decido por seguir las estrellas que me llaman, no puedo seguirlas a todas al mismo tiempo, pero mientras lo hago con una, sigo el rastro de la siguiente.

Omar