Cuando la muerte toca una puerta cercana, los que atónitos vemos desde afuera, inútiles e impotentes, no podemos hacer nada. Absolutamente nada. Simplemente sentir pena, rabia, y sobre todo una gran incomodidad ante lo tajante que es aceptar que alguien ya no está aquí en este mundo.
Ayer en el trabajo, perdimos a un amigo. Más cercano para unos que para otros. Pero finalmente, un compañero que al igual que todos nosotros solo buscaba salir adelante honradamente. Y como platicaba con una amiga en la mañana (que de hecho es una de mis dos lectores de este blog), ningún trabajo es suficientemente valioso comparado con la vida. Finalmente si uno trasciende, es por el amor que logró sembrar, y no por los muchos o pocos reconocimientos laborales. Al final del día, la familia y los amigos, es decir; las relaciones humanas son las que nos harán trascender de verdad.
Yo estoy seguro que la persona que perdimos, dejó algo sembrado en todos los que lo conocimos. Y así, logró trascender... lástima que fuera tan pronto.
Buen viaje T. te extrañaremos...
Omar
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