Por todas partes hay dolor.
En la espera, en el escuchar, en el respirar.
La ansiedad transforma los sentimientos.
Excesos, vicios y caídas.
Todo se junta y se aglutina en la garganta.
Los días pasan y se siente la misma desesperanza.
La angustia del vivir sin un futuro. Sin un mañana.
Un devenir vacío. Un saco roto.
Una foto vieja y promesas aún no cumplidas.
La ausencia agrava todo esto.
Es el fin lo único cierto, lo único veraz.
La verdad más terrible del hombre.
Y la única.
Y hasta el metal más precioso se hace viejo.
Pierde su brillo se oxida.
Luego se confunde con la tierra.
Y es desechado, hecho a un lado.
¿De qué sirve entonces el sufrimiento,
si no puede matarme de un solo golpe?
Prefiero no tener agua,
a la angustia de tener una sola gota.
En fin.
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