Siempre, desde que tengo memoria, me recuerdo a mi mismo iendo a todos lados con un cuaderno y mis lápices. Podía dejar otras cosas olvidadas, pero esas no. De hecho los días antes de comenzar curso en la escuela, escondía mis colores del año anterior para poder tener unos nuevos para el siguiente año. ¿A qué niño no le gustaba ir de compras para conseguir los útiles escolares? Fué así como me comencé a hacer de un gran número de lápices usados a medias y que guardaba en un lonchera de los cazafantasmas, recuerdo perfectamente el olor que salía de la lonchera al abrirla.
En fin, mientras seguí avanzando por la vida, ya no me dí tanto tiempo de hacer ese tipo de cosas que me gustaban tanto de chico. Y es hasta ahora, unos cuantos años atrás, que he podido continuar -digamos- cultivando esa parte mía. Es algo que me relaja mucho y disfruto de verdad, de hecho creo que ya lo he dicho en ocasiones anteriores.
Hace unas semanas, estaba tomando un café mientras veía por la ventana del lugar en donde estaba. Y pensé en intentar dibujar lo que veía. Debo decir que me llevó algo de tiempo terminar el dibujo al nivel que lo deseaba, y fué hasta hace unos pocos días que finalmente pude terminarlo y lo pongo aquí para compartirlo.
Se que aún tengo mucho camino que recorrer para lograr dibujar como lo deseo, pero el hecho de poder practicar me da mucha seguridad de seguir intentándolo hasta alacanzar mi meta. Al fin que solo tengo toda la vida por delante. Me entusiasma mucho la idea de poder capturar en papel lo que veo y después compartirlo para que otros puedan ver qué es lo que yo veía y la manera en que lo hice. Así que mientras pueda, lo seguiré haciendo.
Omar
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